Su paso base es el más sencillo de todos, por lo que cualquier principiante puede empezar a bailar merengue enseguida.
Una curiosa versión sobre el origen de este baile, es que la danza se originó a partir de los esclavos que trabajaban en los campos de remolacha azucarera. Estos esclavos eran conectados entre si, por una cadena atada a sus tobillos, y tenían que caminar arrastrando las piernas todos a la vez al mismo ritmo.
La única dificultad del merengue es el correcto movimiento de caderas, algo que para algunos es muy fácil, mientras que para otros requiere algo de práctica. Siempre que se siga el ritmo, la mayoría de las figuras se pueden hacer de forma más rápida o más lenta, o dicho de otra manera, con los pasos más o menos largos. La rapidez de los pasos la marca el ritmo musical. Mi consejo para los que empiezan es que la hagan lentas, es decir, con muchos pasos cortos, no sólo para aprender mejor, sino para disfrutar más del baile.
Suele gustar mucho a los principiantes, porque permite avanzar muy rápido desde el comienzo. La sencillez de su paso base y de su ritmo, permite al bailarín centrarse en la realización de las figuras complejas.
La coreografía es prácticamente infinita, ya que cualquier figura de salsa, o de otros bailes latinos, puede hacerse a ritmo de merengue. Además, es un ritmo tan sencillo, que permite al bailarín ir descubriendo coreografía nueva según baila en la pista. Hay veces que se aprenden figuras nuevas intentando hacer otras. Un recurso que algunos profesores utilizamos para enseñar salsa, es realizar las figuras como si fuesen de merengue, para una más rápida asimilación de la figura, antes de realizarla a ritmo de salsa.